"No vivas para que tu presencia se note , sino para que tu falta se sienta".
Aveces necesitamos que nos hagan recordar cuánto valemos, necesitamos que reconozcan nuestro esfuerzo y cuando este no es valorado, ¿Qué sucede? Todos vivimos por una razón, porque queremos ser mejor que los demás y que los demás lo reconozcan, pero estas ansias de poder, se convierten en egoísmo y finalmente en rencor.
Aveces necesitamos que nos hagan recordar cuánto valemos, necesitamos que reconozcan nuestro esfuerzo y cuando este no es valorado, ¿Qué sucede? Todos vivimos por una razón, porque queremos ser mejor que los demás y que los demás lo reconozcan, pero estas ansias de poder, se convierten en egoísmo y finalmente en rencor.
Todos los días me pregunto por qué la vida tiene que ser una competencia, una serie de batallas que vivimos día a día y cuando perdemos alguna, la condena es muy larga, el castigo es muy duro y esa llaga queda dentro del corazón y de los recuerdos de cada uno. En esos casos siempre necesitamos que alguien este a nuestro lado, que alguien cuide tu espalda como lo harías tú mismo, pero esas personas son demasiado difíciles de encontrar- incondicionalmente, valga la redundancia- y aquellas que lo hacen, pueden ser contadas con los dedos de la mano.
Cada día encontramos alegría y decepción, aveces combinadas, pero nada importa si tienes a alguien que te sostenga antes de caer por completo. Tendemos a creer que merecemos todo, que el mundo gira a nuestro alrededor y que nadie puede avanzar sin nosotros, lamentablemente es incierto, cuando algo termina todo sigue su curso, todos en algún momento pasamos la página, continuamos sin mirar atrás y seguimos ese nuevo camino dejando al que alguna vez te sostuvo antes de caer o al que ayudó a levantarte después de caer..